Muy bien, abróchense los cinturones, amigos. Tenemos una semifinal de la Conferencia Oeste que se avecina más jugosa que un melocotón perfectamente maduro, un choque de titanes con suficiente trama secundaria como para llenar una novela de Tolstói. Tras despachar a LeBron y a los Lakers en cinco partidos sorprendentemente limpios, los Minnesota Timberwolves, oliendo la sangre en el agua, ahora se enfrentan a otro peso pesado de la Conferencia Oeste: Steph Curry y los Golden State Warriors.
Sobre el papel, la serie de la temporada se inclina hacia el Área de la Bahía, con una ventaja de 3-1 para los Warriors. Pero olvídate de eso. No se trata de victorias y derrotas en la temporada regular, sino de orgullo, rencores y de que Anthony Edwards continúe su ascenso a la estratosfera de la NBA.
No nos andemos con rodeos: la animadversión entre Rudy Gobert y Draymond Green podría alimentar una pequeña ciudad. Draymond, un genio defensivo por derecho propio, parece estar perpetuamente molesto por los cuatro trofeos de Jugador Defensivo del Año de Gobert. Es un resentimiento latente que se traduce en enfrentamientos hostiles en la cancha, un constante trasfondo de desdén. Esperen fuegos artificiales. Esperen faltas técnicas. Esperen que Draymond sea Draymond.
Y hablando de Draymond, sus comentarios en directo con Anthony Edwards son puro teatro. La burla viral «No eres así», las discusiones acaloradas... todo ello añade un toque personal a cada posesión. Edwards, rebosante de confianza tras derrotar a LeBron, no se echará atrás. Ve a Curry como la próxima leyenda a conquistar, una oportunidad para consolidar aún más su llegada como auténtica superestrella. El tiempo que compartieron en el escenario olímpico de Francia añade otro hilo intrigante, una breve camaradería ahora sustituida por una feroz competencia. Ah, y no olvidemos...
Luego está el fantasma de las Navidades pasadas, el regreso de Jimmy Butler a Minneapolis. La era del «General Soreness», la infame práctica de desmantelar a los titulares con los suplentes, la entrevista de Rachel Nichols que se escuchó en todo el mundo de la NBA... Los aficionados de los Wolves no lo han olvidado. Se espera una recepción que podría rivalizar con los niveles de decibelios de un motor a reacción. Cada toque, cada tiro, cada mueca de Butler será recibido con un coro de abucheos y probablemente algunos apodos selectos desempolvados para la ocasión. Es una historia llena de momentos incómodos.
Estratégicamente, se trata de un contraste fascinante. Minnesota, un gigante en cuanto a tamaño y rebotes (el número uno en los playoffs, nada menos), pretende aplastar a sus oponentes con su físico y su implacable ataque al tablero. Su ataque, aunque a veces depende de la brillantez de Edwards, ha demostrado su capacidad para generar tiros abiertos para un grupo de aleros talentosos: Jaden McDaniels, Mike Conley, Donte DiVincenzo, Nickeil Alexander-Walker, e incluso comodines potenciales como Jaylen Clark y Terrance Shannon Jr. Su profundidad en el perímetro es una ventaja significativa.
Para los Warriors, es la fórmula habitual: Curry orquestando una sinfonía de movimientos, Buddy Hield y el resto del equipo lanzando desde lejos. Superaron una dura serie de siete partidos contra los Rockets, otro equipo grande y sólido en defensa, pero los Wolves suponen un reto aún mayor. La pregunta para Golden State es sencilla: ¿podrán generar suficientes oportunidades claras para sus tiradores frente a la altura y la intensidad defensiva de Minnesota?
El juego de los números, por muy cliché que suene, será crucial. La eficiencia será la clave. ¿Podrán los Wolves castigar constantemente a los Warriors en el interior y en los tableros ofensivos? ¿Podrán los Warriors mantener su avalancha de triples y evitar quedarse atascados en el juego físico de Minnesota?
Sobre el papel, la mayor profundidad del plantel de los Wolves y el innegable carisma de Edwards les dan ventaja. Julius Randle (el alter ego de Ant, que parece haber encontrado su ritmo como creador de juego) es otro elemento dinámico. Y si Rudy Gobert puede repetir su monstruosa actuación del séptimo partido (¡27 puntos y 24 rebotes!), los Warriors estarán en serios apuros.
Las preocupaciones persisten para los Warriors. Según se informa, Curry está lidiando con una molesta lesión en el pulgar, y Butler no está al 100 % tras un problema pélvico en la primera ronda. Si a eso le sumamos que solo han tenido dos días de descanso tras una agotadora serie de siete partidos, el desgaste físico podría ser un factor importante. No estoy seguro de que tengan la profundidad necesaria para resistir el implacable ataque de Minnesota. ¿Quieres una predicción? Mi intuición, la lógica del baloncesto, una pizca de teoría del caos... Wolves in 6. Creo que Anthony Edwards está listo para dar otro salto, y el tamaño y la profundidad de Minnesota acabarán por superar a un equipo de los Warriors ligeramente mermado. Esta serie va a ser física, va a ser agresiva y las provocaciones serán legendarias. Empecemos ya.




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