
Lo que logró el equipo nacional de fútbol de los de Estados Unidos, un equipo joven, inexperto y con poco atractivo durante la Copa Oro de la Concacaf, ha sido ya clasificado como uno de los logros más impresionantes de la era moderna del programa que tiene la federación de fútbol de los Estados Unidos.
La cantidad de jóvenes estadounidenses que ahora contribuyen y ganan en diferentes clubes de Europa, y su actuación triunfal en la final de la Liga de Naciones en junio, es una señal de que los Estados Unidos están entrando en una nueva era. El compromiso, la curva de aprendizaje y la determinación demostrados por el segundo nivel del grupo de jugadores durante la Copa Oro, es un ejemplo de que la cultura con la cual se está trabajando en este deporte en los Estados Unidos es para llamar la atención.

El entrenador de Estados Unidos, Gregg Berhalter, optó por descansar a su mejor talento y probar la profundidad estadounidense en el torneo de la Copa Oro. Parecía una elección contraria a la intuición, pero las razones eran válidas. El descanso y la pretemporada son importantes para los mejores jugadores, y la clasificación para la Copa del Mundo está a la vuelta de la esquina.
Jugarían para ganar, prometió Berhalter. Y así, los jugadores del entrenador aprovecharon su oportunidad y recompensaron su fe, compitiendo con madurez, compostura y confianza y, al final, logrando una victoria por 1-0 en tiempos extras sobre México y obtener un título impresionante e histórico.
Los jóvenes estadounidenses habían tenido un éxito rotundo incluso antes de que se asegurara el trofeo. Pero tras la victoria se envió una señal clara, rotunda e inolvidable. El péndulo se balancea hacia el despertar de otro gigante.
Las jugadas a balón parado marcaron la diferencia en la final de la Nations League de junio, y lo hicieron de nuevo el domingo. Ambas finales fueron muy apretadas y disputadas con mucha intensidad.

Este campeonato de la Concacaf fue el séptimo para la selección de los Estados Unidos y se produjo después de que los estadounidenses derrotaran a México en una final de la Copa Oro por segunda vez en siete intentos.
Los estadounidenses se fueron con 6 ganados y no perdieron ni empataron ninguno en la Copa Oro, solo cedieron un gol (en un tiro penal) y ganaron cinco juegos por un marcador de 1-0
Doce hombres estadounidenses hicieron su primera aparición competitiva durante la Copa Oro, y cinco hicieron su debut internacional. El trío de Robinson, el portero Matt Turner y el defensa James Sands, que fueron brillantes en la zaga, había ganado cuatro partidos internacionales antes de que comenzara la Copa Oro.
Berhalter esperaba encontrar algunos jugadores que tuvieran el valor para ayudar en el próximo octagonal de clasificación para la Copa del Mundo. Ganar la Copa de Oro representaría la cereza en el pastel. Obtuvo ambos, y también el domingo cumplió 48 años. Además del trío mencionado, jugadores como el delantero Matthew Hoppe, el lateral derecho Shaq Moore, el delantero Nicholas Gioacchini, el mediocampista Gianluca Busio y el mediocampista Eryk Williamson dejaron buenas impresiones. Veteranos como Acosta, Gyasi Zardes y Cristian Roldán también dejaron su huella. Sin embargo, no fue solo la técnica y la táctica lo que impresionó a Berhalter. La clasificación para la Copa del Mundo puede exponer fallas intangibles, y el técnico dijo antes de la final que este grupo actual tenía el potencial para pasar esas pruebas.

Lo cierto es que tanto la selección A como la B de los Estados Unidos representan una nueva era, un nuevo camino y una nueva cultura en el fútbol de este país. A México le jugarán con el cuchillo entre los dientes en cada partido que disputen y al resto del planeta le enviarán un mensaje contundente: de ahora en adelante en los Estados Unidos se trabajará con el fútbol con la misma seriedad con la que se trabaja con el béisbol, baloncesto, fútbol americano y hockey.
De ser así y confirmarlo, el resto del planeta futbolístico debería estar preocupado.