Las Minnesota Lynx saben lo que es ganar. Campeonatos, MVPs, temporadas regulares dominantes. Pero lo que están viviendo en 2025 tiene un sabor especial: la sensación de que el pasado glorioso y el futuro brillante del equipo se cruzan en el mismo momento.
Por un lado, dos leyendas de la franquicia recibieron su lugar en la eternidad. Sylvia Fowles y Maya Moore fueron inducidas al Salón de la Fama de Springfield este verano. Moore, fiel a su estilo, usó el discurso para hablar menos de ella y más de la cultura del basquetbol: “No se pierdan la oportunidad de aprender de alguien con más experiencia… busquen esa cultura, sean parte de ella.” “Don’t miss out on learning from someone more experienced than you, the joy of helping someone else get better,” she said. “Seek that culture out. Be a part of that culture.” That’s Maya. Always passing forward the play.
Del otro lado está Napheesa Collier, quien acaba de firmar una temporada ofensiva histórica: 50/40/90 en porcentajes de tiro, apenas la segunda jugadora en la WNBA que lo logra tras Elena Delle Donne. Collier es el metrónomo del equipo: metódica, eficiente, imposible de frenar. Si le mandan un cambio defensivo con una guardia, la castiga en la pintura. Si la dejan abierta, te aniquila de tres.
“Quería tener la temporada más completa de mi carrera,” dijo tras asegurar el primer sembrado. “Pero lo más importante es ganar. Lo demás se acomoda solo.” “But honestly, I’m just trying to win. The rest will take care of itself.”
Ese “lo demás” incluye el MVP. El premio se definirá entre ella y A’ja Wilson, la gran estrella de Las Vegas, quien volvió a poner a las Aces en modo “Estrella de la Muerte”. Si Collier gana, no será solo un título personal: será la confirmación de que las Lynx han recuperado su estatus de referencia en la liga.
La otra gran noticia llegó en defensa. Alanna Smith pasó de ser una jugadora de rol a convertirse en la Co-Jugadora Defensiva del Año, compartiendo el galardón precisamente con Wilson. Smith disputó 42 partidos como titular, promedió 26.6 minutos y fue el ancla de una defensa que terminó como la mejor de la WNBA con un rating de 97.5. No es espectacular, pero siempre aparece. Sumó 135 robos y bloqueos combinados y terminó tercera en tapones totales.
Smith no persigue tapones, más bien borra ángulos. Las penetradoras creen que tienen un carril libre y, de pronto—¡zas!—ahí está Smith, estirando la mano justo en la trayectoria. No es vistosa, pero está en todas partes. Acumuló 135 robos y tapones combinados, tercera en bloqueos totales y top 10 en robos.
“This is why I came here,” Smith said after the award was announced. “To be part of something bigger. Phee [Collier] runs the offense, and my job is to make sure we set a tone on the other end. To get this recognition is huge, but it’s really a team thing.”
No todo fueron trofeos para Minneapolis. El premio de Entrenadora del Año no fue para Cheryl Reeve, pese a la temporada de récords y dominio de las Lynx. La votación se inclinó por Natalie Nakase, quien en su primer año como estratega llevó a un equipo de expansión hasta playoffs y puso a prueba a las Lynx en primera ronda.
Aun así, la realidad es clara: estas Lynx no solo son buenas, son sólidas a largo plazo. Defienden con intensidad, juegan alrededor de su estrella sin depender ciegamente de ella y tienen una rotación profunda. El eje Collier–Smith les da identidad; la experiencia de las veteranas completa la fórmula.
El fin de semana del Salón de la Fama recordó de dónde vienen. Esta temporada apunta a dónde van. Minnesota ya no persigue la grandeza: volvió a marcar la pauta. Y si Collier se lleva el MVP este domingo, solo será la confirmación de lo obvio: las Lynx están viviendo una de las mejores campañas en su historia y podrían estar construyendo la próxima gran dinastía de la WNBA. Una que esperan coronar con la comisionada entregando el trofeo enfundada en un vestido “Purple Reign” inspirado en Prince.
Por lo pronto, el camino sigue. Las Lynx arrancan la segunda ronda contra un rival conocido: Phoenix Mercury. Ya las barrieron en tres juegos de temporada regular y las eliminaron el año pasado. La historia juega a su favor, pero el objetivo es sencillo: vencerlas otra vez y mantener viva la marcha hacia la historia.




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